Será por mi columna de los viernes para
la sección Casa de la web de la Revista OHLALA!... Será quizás
por el azar del Facebook, o simplemente porque algunos ya me conocen, pero lo cierto es que asiduamente recibo en mi correo consultas sobre cómo
reciclar un mueble. Junto al mail, me llegan las fotos de “esa cómoda” que pareciera
no querer más pero que compraron enceguecidos en un arrebato de amor a primera
vista. O simplemente, porque perteneció a algún ser querido y quieren conservarlo
(en esta categoría, los objetos heredados de los abuelos ganan por goleada!!)
Es que los muebles
guardan historias. Algunas podrán ser chiquitas, cotidianas. Otras, quizás
escondan secretos que develados podrían cambiarle el destino a más de una vida…
¡Vaya uno a saber!
A lo
largo de estos años desarmando muebles y tapizados junté cantidad de botones
perdidos, bolitas de todos los colores, capuchones de lapiceras, boletos
de colectivo, papel picado de algún cumple…De todo!
El último hallazgo fue hace unos días atrás. Me fui de shopping pulguero y compré varias mesitas de
luz para poner a punto. Hete aquí, que en una de ellas, cuando abro el cajón me
encuentro con estampitas dedicadas a todos los Santos, un manojo de papel carta y sus respectivos sobres (artículos en vía
de existención, si los hay!!), y un rótulo que decía "Te amo".
Como siempre me pasa ante un nuevo mueble a reciclar, estoy en
la duda de cómo aggionarlas, pero de algo estoy segura: el "Te amo" va a
quedar. Será su nuevo dueño quien decida si vale la pena o no conservarlo hasta
la eternidad.
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